Conforme avanza la primavera llegan temperaturas más elevadas y los marplatenses se vuelcan masivamente a las playas a disfrutar del mar, la arena y las actividades al aire libre. Entre esas actividades nos encontramos con el peligroso hábito de acostarse bajo el sol durante horas y someter la piel a la radiación ultravioleta.
Para profundizar sobre las posibles consecuencias de este hábito y los recaudos que se deben tomar ante la exposición solar, desde Portal Universidad nos pusimos en contacto con Sebástian Bienaimé, médico generalista y docente de la Escuela Superior de Medicina de la UNMDP.
El cáncer de piel se encuentra entre las principales problemáticas relacionadas con la exposición solar. Sobre este aspecto Bienaimé dijo: “El cáncer de piel es uno de los cánceres más frecuentes y genera preocupación en la salud pública en todo el mundo. En la ciudad de Mar del Plata, en el Área de Vigilancia Tecnológica del Instituto Nacional de Epidemiología, trabajamos llevando a cabo un registro poblacional de cáncer en General Pueyrredon y observamos que tenemos un nivel de casos muy elevado. Si bien todavía nos encontramos trabajando en la elaboración de los informes definitivos, con registros que abarcan varios años para ofrecer datos consolidados, lo que sí puedo asegurar es que el registro de casos es muy alto”.
Respecto de la patología en sí, Bienaimé expresó: “El cáncer de piel se divide en dos tipos: los melanomas o no melanomas. Los no melanomas son más frecuentes pero menos peligrosos, porque son cánceres que evolucionan generalmente en forma lenta y que cuando evolucionan es muy raro que generen metástasis o complicaciones graves. Son tipos de lesiones que suelen salir en las áreas más expuestas como la cara, brazos, manos y generalmente consisten en manchas de tipo descamativas o lesiones parecidas a las verrugas. Generalmente son en personas más bien tirando a mayores de 50 años”.
“Los melanomas por otro lado son cánceres menos frecuentes pero más peligrosos, los que realmente pueden evolucionar rápido, dar metástasis y provocar la muerte. El cáncer tiene inicialmente una invasión local, cuando invaden estructuras cercanas o cuando pasa a algunas células en la sangre y se va a otro órgano, eso es la metástasis. Los melanomas se llaman así por el melanocito, que son las células que dan color a la piel. Generalmente se presentan como manchas coloreadas o muy frecuentemente como lunares, lunares que se hacen malignos”, explicó.
Con relación a los cambios en la piel que deberían llamar nuestra atención, Bienaimé dijo: “Toda persona que nunca tuvo lunares, ante la aparición de alguno tiene que llamarle la atención. Para aquellos que normalmente tienen, existe una regla fácil de recordar, que se inicia como el abecedario: “A,B,C,D,E”. En primer lugar A por asimetría, el lunar no debería ser asimétrico. La B viene de bordes, en general, las lesiones benignas son de bordes regulares. La C viene de color, cuando hay cambios de colores es signo de un lunar que puede ser maligno. La D es por diámetro, la lesión benigna no debería exceder los 5 milímetros de diámetro. Por último la E es de evolución, tenemos que estar atentos a los cambios que atraviesa esa lesión”.
Prevención y diagnóstico temprano
Consultado sobre las acciones que se deben tomar ante la aparición de algunas de estas señales, Bienaimé dijo: “Es fundamental tener siempre un diagnóstico temprano. Ante este tipo de signos, la consulta con el profesional dermatólogo es lo que se impone. Todas las personas deberían tener una consulta o chequeo regular con un dermatólogo, sobre todo las personas más predispuestas, quienes tienen la piel muy blanca o muchos lunares. Otra práctica importante que uno siempre aconseja es analizarse mutuamente el cuerpo con ayuda de otra persona, la espalda, la nuca, las zonas que no se ven habitualmente, porque puede aparecer una lesión fuera del alcance de nuestra vista”.
“Antes de llegar al diagnóstico es importante hablar de prevención primaria, es decir, evitar la aparición de la enfermedad. Con la llegada del verano hay que tener mucho cuidado con la exposición al sol en la playa. Hay un horario que hay que tratar de evitar, de 10 a 16 horas, porque es el periodo donde la radiación pega más fuerte. Hay un mapa sobre la radiación solar en el mundo que si uno lo ve se asusta un poco, porque los países que mayor radiación reciben son los del hemisferio, entre ellos Argentina. El uso de protector solar, no basta con que sea factor 20 o 30. Tienen que ser de 50 o más y debe renovarse cada dos horas. Si uno se mete al mar, tiene que volvérselo a poner y acá viene la reflexión sobre lo caros que son, eso realmente es un problema. Hay que pensar seriamente que en algún momento puedan ser considerados los filtros solares más como medicamentos que como productos cosméticos”.
La necesidad de llevar adelante un cambio cultural
En la actualidad, tener la piel bronceada es un hábito que se encuentra a la moda y motiva que muchas personas pasen horas bajo el sol sometiendo su piel a la radiación para obtener una coloración pareja. Sobre este aspecto, Bienaimé dijo: “Es importante empezar a cambiar la cultura, esta costumbre de estar siempre con el torso desnudo en la playa. El planteo no es dejar de ir a la playa, dejar de disfrutar el mar, sino cambiar la forma en que habitamos esos espacios. Podemos estar cubiertos con remeras, con gorros, sombreros de ala ancha, estar cubiertos apropiadamente, no usarlos cuando se va al agua pero después estar cubiertos”.
“Tenemos que abandonar esa idea de que estar bronceado es algo de lo que estar orgulloso, algo para presumir. Tenemos que romper con la cultura del bronceado porque trae más problemas que beneficios, como en algún momento fue el cigarrillo. Romper la cultura del fumar fue una tarea muy difícil, en la que trabajó mucha gente y por suerte se logró que ya no se fume tanto como antes. Un cambio similar tenemos que lograr con la exposición solar. En países como Australia, que es donde más radiación solar se recibe, han incorporado la cultura de ponerse protector solar siempre, incluso en invierno. Lo han incorporado en el colegio y los chicos tienen como costumbre usarlo y han logrado reducir hasta la mitad los casos de cáncer de piel”, agregó.
Finalmente, se refirió a la necesidad de usar el protector no solamente en la playa y dijo: “Si uno sale a caminar al sol, debería ponerse protector en la medida de lo posible. Es importante también prestar mucha atención a la cabeza, sobre todo los varones que tienen calvicie incipiente porque el cuero cabelludo es pasible de tener lesiones, así que también hay que protegerlo con sombreros”.